Después de un par de intentos fallidos por escribir cualquier cosa -siempre me pasó que se me olvidó lo que quería escribir o me ponía a hacer otra cosa -regreso. Regreso talvez un poco más viejo, con más experiencia (la que se puede obtener en un par de semanas) o simplemente más imbuido por la vida misma. Hoy siento que definitivamente he dejado mi niñez atrás, me doy cuenta que las cosas que antes me causaban una emoción casi inocente, lo que en otro tiempo me hubiera hecho correr como loco, por miedo o por exitación, ahora son cosas a las que respondo con un simple movimiento de cabeza.
Ahora traigo el sol por dentro, mi piel quema como las mañanas de estos días de marzo, mi cabello tiene la tierra de las calles que camino y mi rostro se ha maquillado con el polvo de incontables rincones de pobreza. Uno sabe que la 'pobreza' y la 'gente pobre' están ahí, que existen y que habitan con nosotros. No es que no fuera sensible a ello, pero ahora, con este trabajo nuevo, me he metido a sus casas, he comido en sus mesas, he estrechado sus manos y mirado en sus ojos. Han habido días en los que el tiempo se me pasa raudo y cuando lo tomo en cuenta me percato de que estoy a hora y media de distancia de mi casa, que el transporte ya no pasará y que estoy separado por una barranca pestilente plagada de ratas y perros rabiosos de cualquier lugar donde pueda abordarlo, otros días; sin embargo, simplemente quiero salir corriendo y miro el reloj o busco cualquier pretexto para salir de ahí, de esa pobreza que asfixia con su olor a desagüe y con las piedras y el polvo del camino.
Han sido unas semanas raras, diferente y aleccionadoras. He aprendido, talvez, más de la vida de lo que habría podido aprender en 10 años de universidad. No puedo evitar sentir cierta repulsión por la esa pobreza, una repulsión un mucho burguesa y llena de prejuicios, pero al mismo tiempo he comenzado a asumir mi responsabilidad de esa pobreza y he comenzado a censurarme a mí mismo por aquella repuslión. Por años hablé de un 'hacer algo', ahora creo que lo estoy haciendo, de alguna forma, torcida e imperfecta, interesada y prejuicada. Si quiero, sé que puedo hacerlo de otra manera, de la manera opuesta. Pero ya veremos. Lo que puedo decir ahora sí, con conocimiento de causa, es que esa pobreza que nos rodea y nos toca, me ha comenzado a doler.
Vendía alegrías
Hace 7 años.