martes, agosto 02, 2005

discurso del río

Seamos honestos, por un segundo, hablemos por amor a la verdad: ¿quién de ustedes no ha sentido miedo en la oscuridad? ¿Quién de ustedes no prefiere dar una vuelta larga para llegar a algún lugar antes que tomar el atajo oscuro? Con esto, quiero que reconozcan que tienen miedo, que son -somos -como cervatillos temerosos en la noche de la sabana, que la armadura que vestimos no es infalible, que la muerte pende sobre nuestras cabezas cada momento y que no podemos ignorarla. El miedo, acaso no es más que el motor de nuestros sentimientos, nos hace ir al médico, tomar nuestra medicación, lavarnos los dientes, estudiar una carrera y hasta elegir una carrera. Parece que nuestras vidas están guiadas por la premisa básica del miedo, parece que el miedo es el que nos hace actuar en las situaciones más críticas: cuando se es niño uno accede a cerrar los ojos y dormir por miedo a la bruja que vendrá después de las doce y que si nos encuentra despiertos nos llevará en su saco, nos lavamos los dientes por miedo a quedar chimuelo como el tío fulano. Siendo un poco mayores -ya iniciada nuestra vida académica -accedemos a hacer nuestras tareas, a portarnos bien en la ceremonias -que, de paso, tienen sus propios mieditos para persuadirnos y ser buenos estudiantes -y empezar a pensar qué vamos a hacer con nuestra vida, todo, por el miedo fundamental ser nadie. Podríamos enumerar todas las situaciones de la vida en la que el miedo es el que nos hace hacer, es más, deberíamos hacerlo, pero escribirlo sería tarea harto complicada, por tal, pensemos primero, estoy seguro que habrá una o dos cosas, a lo sumo, que sean las básicas en nuestras vidas, las que nos mueven, nuestros motores inmóviles, nuestros miedo principales. ¿Al olvido? ¿A la muerte? ¿A la vida misma? Debemos tener cuidado de las desviaciones de nuestros días, el miedo no es, no será jamás, una forma de responsabilidad como nos lo han hecho ver, debemos tener la sensibilidad de separar lo que es opus Dei y lo que pertenece a las creaciones vanas del mundo del hombre, una cosa es lo que quieren que hagamos -que seamos trabajadores, amantes de la democracia, buenos ciudadanos, etc -y otra, muy distinta, la que tenemos que hacer. El miedo nos mata pero, como el dolor, es lo que nos recuerda que seguimos vivos.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Condenas la escritura reducida al mero vaciado de ideas, a los que justifican la oscuridad de sus palabras bajo el sino de la vanguardía y los manifiestos, te muestras incrédulo ante la incorrección gramatical de un comentario, pero en tu queja hay una errata y te atreves a publicar este "discurso del río" que parece un index de lugares comunes y mal rebuscados. No digas "yo acuso" levantando tu plumaje como un pavorreal porque como ellos cuando muestras tus plumas enseñas el culo (parafrasis de Jean Cocteau)

Renato dijo...

Me parece válida, aunque no por ello acertada, tu (junto con tus incesantes) críticas. Pero lo que más me intriga; émula de sionista, copia barata de la rose-croix, es si en verdad tienes algo más que hacer -o siquiera dejar ver -que me haga pensar que eres algo más que una crítica graciosa y un poco incómoda

Anónimo dijo...

Un argumento ad domine no esperaba más de ti. Yo te muestro tus contradicciones y tu te erizas por una sombra. Si así vas a responderme mejor guarda tus palabras que por lo visto te escacean. Verás una más de mis críticas, tendrás el favor de una última flecha y después sería toda la gracia y la incomodidad de tu blog. Lo pediste con la mediocridad de tus líneas y la esbeltez de tus ideas; no quiero que te sientas mal por tu escritura, no quiero frustrarte ni devaluarte; ya casi nadie escribe y hacen falta más hombres que escriban, que escriban pensamientos, manifiestos, poemas, cartas amor, notas rojas, discursos del río y más pendejadas con la condición de que sean escritas. No quiero detenerte, tampoco creo lograrlo, aunque tampoco lo he intentado. Cuida lo que publicas porque dónde des un mal paso yo te voy a meter todo el pie.
PD Te regalo un signo de mi identidad atrapada y subordinada a señas menores cuando bien podrían ser el elemento más importante de la oración. -El perseguidor, J. Cortázar (paráfrasis)

Renato dijo...

Y qué querés que diga: ¡Oh claro, tienes razón! ¿O cómo? ¿Que reconozco que en realidad casi nadie tiene el tiempo de leer lo que otros más escriben y que el hecho que tú lo hagas -que quiere decir que te sobra tiempo -me parece bien, incluso emocionante? Digo, en mi situación cualquier crítica (hasta la que confunde el pronombre TÚ con posesivo TU), me cae bien, la emoción de estrablecer un "diálogo" -como sea que esto se llame -siempre es bienvenida. Pero si la resumes a un simple "lanzar la piedra y esconder la mano", pues me decepciona un poco. Creo en la escritura, en la literatura y por tal me gustaría un poco más de compromiso, de todos.

Renato dijo...

y creo que es ad hominem.

Anónimo dijo...

Aquí se romió una taza y cada quién para su pinche casa par de puñales escondidos tras ramas pseudoliterarias. Y ni es ad domine o ad hominem, es ad cabrón y no a los argumentos y ya! Nuestro medio está tan devaluado y desprestigiado por aspirantes a intelectuales como ustedes que no versan sino sobre la banalidad, adjudicándose una ortografía perfecta, una sintaxis ordenada y unas ideas que no valen para una madre. El que se lleva se aguanta y sigue escribiendo, no se esconde ni reclama. Putos!

Anónimo dijo...

qué hueva me da ese elocutio...no aporta nada

Anónimo dijo...

aaash ya déjense de cosas y declaren su amor abiertamente, no tienen que estar peleando de esa forma.