En mi jardín trasero hay una flor silvestre, en medio del césped, sola, amarilla, ridículamente buscando el sol en la noche. Desde la ventana de mi cuarto, que tiene vista a ese jardín, la veo, desproporcionada en sus dimensiones: hojas grandes, verdes, periformes y alargadas; tallo pequeño y delgado. La flor destella en la noche con un brillo que me recuerda al sol matutino de los inviernos meridionales, me trae recuerdos de otras flores, más grandes, pero menos amarillas, me trae, finalmente, el recuerdo de ojos que han brillado con ese amarillo frente a sí, con la mirada fija en flores tan amarillas como esta, ojos que, a pesar de tener el color glauco de los tallos, se iluminan de sol con el sol diáfano de los inviernos mediterráneos enraizados en mi jardín trasero.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario