martes, enero 15, 2008

Cotidianas I

Sin pensarolo, Rubén se había metido en un embrollo terrible. No dejaba de pensar en las terribles consecuencias de sus recientes acciones. No tenía claro de qué acciones, pero sabía que habría consecuencias. Dejó el cigarro en el cenicero y se puso a dar de vueltas en la habitación, caminó entre los sillones varias veces imaginando los posibles escenarios. Se detuvo a mirar por la ventana el vaivén de las ramas del árbol solitario no es un buen lugar para nosotros. El árbol dejaba mover sus ramas por los autobuses que pasaban en el bulevar, plantado en el camellón no podía hacer demasiado, sus raices habían empezado a deformar el pavimento y los amantes citadinos habían escarbado tantas leyendas y juramentos de amor en su corteza que era imposible leerlas todas. Definitivamente no era un buen lugar para un árbol. Perhaps -pensó -the only way out is to cut you off and in doing so, cut me off too.

No recordaba exactamente lo que había sucedido, en sus piernas había marcas de alguna huída frenética y en sus manos los restos de alguna pelea. ¿Qué habrá sido antes? Después de meditarlo un poco se alejó de la ventana, dio una última fumada al cigarro y lo apago aplastándolo en el cenicero. Tomó su chamarra, se dirigió a la cocina y bebió un vaso de agua de la llave del fregadero, mordió un pan viejo y decidió tomar una manzana. Salió de su departamento uno, dos - tres - cuatro - cinco - seis contó los pasos hasta la puerta, sacó las llaves de su pantalón y cerró una - dos vueltas a la chapa. Caminó el estrecho pasillo recordó las risillas insolentes de sus hijos. Esbozó una sonrisa. There´s a place that I´ll remember -canturreó en su cabeza mientras bajaba las escaleras siguiendo las sinuosas formas de la pared con la palma de su mano. Llegó a la puerta del edificio -había olvidado contar los escalones, eran diez y seis, lo sabía de memoria, pero siempre los contaba -abrió y salió a la calle. El viento de la mañana resoplaba entre los autos estacionados en las orillas, abotonó su chamarra y emprendió la caminata. Sargent Pepper´s lonely hearts club band, Subió por la calle empinada, vieja como las memorias de una anciana muerta hace siglos, firme y sucia, como las que ya no hay.

Toda la noche había escuchado arengas necias y había hablado sin parar al son de la rumba y los vapores del mezcal. Mujeres necias insistían en entregar sus favores al vencedor de la palabrería y los panelistas lo tenían presente y se esforzaban más y manoteaban y desempolvaban sus frases más oscuras. Lógica cultural o proceso histórico. Después de un rato y de estar cansado de fingir había abandonado la contienda, dejando a los alfa y su necesidad impetuosa de procreación, luchando ferozmente.

Había un balcón, música y bebida, yo estaba ahí y luego llegó ella ¿quién es? ¿Qué hicimos después?

El sol comenzó a hacer sombras en los edificios y las aves iniciaron sus cantaletas monótonas, unos perros comezaron a husmear en la chamarra de su dueño, tendido en una de las bancas del mobiliario urbano, buscando alimento o talvez tratando de despertarlo de su sueño etílico. I read the news today oh, boy. Se frotó las manos y las metió en los bolsillos del pantalón, levanto la cabeza y sintió unas punzadas que lo dejaron inmóvil unos segundos. El cuello le dolía y se había dado cuenta que la espalda la tenía golpeada. Sabía que no su memoria no se había perdido por estar borracho, si hubiera estado borracho no estaría de pie ahora caminando y deseando comer algo. Las náuseas le impedirían, siquiera, pensar en comida. Tal vez lo asaltaron.

Salimos de ese lugar, sí -recordó triunfalmente -¿fuimos a mi casa? Imposible decirlo ahora.

La cafetería de la esquina estaba comenzando a moler la primera carga del día, la calle se comenzó a llenar con el amargo aroma del café bien tostado. Instintivamente, como un sabueso, sigió el olor sin proponérselo. ¿Cómo arrepentirse de algo que no recuerdas? Sin embargo, dentro de sí, sabía que debía sentirse arrepentido por algo. Look at all the lonely people. Tell me, good fellow, what is your deepest fear? En la cafetería habían ya dos parroquianos dando los primeros sorbos a sus respectivas tazas. Vestían trajes grises y corbatas azules, uno de ellos leía el períodico del día mientras que el otro miraba despreocupadamente a través del ventanal rotulado. Rubén masculló un saludo mientras se dirgía al barista detrás del mostrador. El que leía la sección nacional sólo apartó la mirada de su papel y levantó las cejas, el otro se giró completamente sobre el banco que ocupaba, los escudriñó con la mirada y le devolvió el saludo. Unexpected kindness. Un expreso doble y una rebanda de pastel de limón. Bueno, de queso.

Mientras seguía atento los movimientos del anciano escuchó un descuidado golpe de la taza contra el plato del trajeado. Volteó a mirarlo y aquél sonreía tratando de disimular su torpeza. Rubén sonrió un poco y volvió a mirar al viejo que esta vez le ponía la tazita enfrente.

...

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