Puta! Qué terrible dolor de espalda tengo.
Resulta que como casi nunca suelo hacerlo (no por lo menos desde hace como 5 años) las últimas dos semanas me he tenido que levantar a las 7 de la mañana para bañarme y preparar café. Luego salir con una mochila a cuestas con un chingo de cosas, papeles, libros y demás artefactos; incluída comida y una botella de agua de dos litros (cuano llenas ¡cómo pesan las cabronas!).
Más que un deber con la sociedad, el reciente comportamiento ha sido auto impuesto, una especie de castigo por mi flojera crónica y por, como dijera mi madre, que el día me rinda. Me voy a la biblio, leo un rato, tomo notas, escribo otro tanto, salg a tomar café, desayuno algo y vuelvo a leer, tomar notas y escribir más; más o menos de nueve de la mañana a 2:30 3:00 pm. Luego me voy a trabajar y regreso a beber más café.
Creo que si no bebiera tanto como bebo de esa sustancia amarga, no podría haber sobrevivido estas dos semanas. A ver cómo me va en la que viene...
Vendía alegrías
Hace 7 años.
2 comentarios:
Efectivamente
Hay que confesar dos cosas
1. Envejecemos, sobre todo los domingos. Eso lo dijo Gómez de la Serna, a quien nunca recuerdo haber leído, y sin embargo me conmueve al repetirlo. Envejecemos. O si se quiere, nos hacemos señores. Caballeros de bien, le hacemos caso a nuestros padres, a nuestras madres, y lidiamos contra el mundo. Sin muchas ganas, pero lo hacemos. Porque no somos cobardes, seguimos trabajando. Porque no somos de los que retrocedemos -aunque parezca lo contrario.
2. Nadie tan bueno para confesarse como Bonifaz Nuño. "No me ilusiono, admito, es de mi gusto..." somos adictos. Simples junkies del café. Hay que decir que empezamos -como con otras tantas cosas- por pose. Porque los intelectuales toman café. Pero ahora, simplemente no somos sin él. No hay pose, hay necesidad. Y de los males, el menos.
termino este comentario, que deberá ser post, con el final del poema XV de fuego de pobres, del gran gran gran Bonifaz Nuño:
Tú, compañero, cómplice que llevo dentro de todos, junto a mí, lo sabes. Hermano de trabajos que caminas en hombres y mujeres, apretado como la carne contra el hueso, y vives, sudas y alborotas en mí y conmigo y para mí y contigo.
el otro día leí este post y pensé en comentar algo, pero blogger andaba fresa y no me dejó, ahora he olvidado qué era eso que iba a decirte... hoy comenzaré a tomar vitaminas para el cerebro, quesque ayuda para la memoria, así que espero no me vuelva a pasar... de cualquier manera, me gustó tu post, y bueno, creo que el café dejará de despertarte en poco tiempo, justo como a mí me pasa ahora... saludos desde el bajío
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